El artículo aborda la creciente ola de interés por la historia oral y el retorno al sujeto activo, al tiempo que cuestiona el papel de la historia académica, frecuentemente comprometida con establecer memorias hegemónicas nacionales. Además, discute el estatus ambiguo de las fuentes orales, rechazadas por su fluidez y las reivindica como fuentes que permiten un tránsito del estudio de la memoria en la historia, a la historia de la memoria.
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