Nociones como diversidad cultural, pluralismo y tolerancia se han convertido en referencia del discurso político actual. Como muchos otros términos que suelen usarse en diversas épocas, éstos corren el riesgo de convertirse en meros instrumentos para la construcción del discurso ocasional, para respuestas rápidas, para hacer del relativismo político y cultural la justificación de la arbitrariedad o la falta de atención a los problemas individuales y colectivos. Sin embargo, más allá de los sentidos que se derivan de las múltiples interpretaciones de estos conceptos y de la intención de quien los enuncia parece que tras estas nociones se encuentra la percepción de la necesidad de redefinir los términos de la convivencia social desde una perspectiva constructiva que empieza a reconocer, en la diversidad de intereses y opiniones, un punto de partida para tal redefinición
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