El tema de la falta de representación de la Iglesia hispanoamericana en las reuniones del Concilio de Trento ha sido analizado por algunos historiadores jesuitas desde los años cuarenta. La explicación se centró en los impedimentos objetivos, tales como la absoluta necesidad de la residencia de los obispos hispanoamericanos en sus diócesis, la enorme distancia y los peligros del viaje; en el sistema del Patronato Real, y en los escasos conocimientos que los padres conciliares tenían sobre los asuntos hispanoamericanos. La autora, sin embargo, considera que a la luz de recientes investigaciones sobre el Concilio y, más generalmente, sobre la época de la Reforma y la Contrarreforma se puede enriquecer la interpretación. Se intenta demostrar que, aunque los argumentos que presentan los padres Bayle, Leturia y Mateos tengan cierto valor y justificación, las razones se deben buscar, ante todo, en la coyuntura especial que determinó los objetivos del Concilio; en las expectativas y esperanzas que los obispos hispanoamericanos tenían, y en la lógica interna del Patronato Real que iba más allá de lo planteado por los mencionados autores.
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