A través de varios estudios de caso en el Centro Histórico de la Ciudad de México, el artículo explora la jerarquía simbólica del patrimonio que subyace a las políticas de definición y conservación de monumentos, pero que también es compartida por diferentes sectores sociales. Se plantea la hipótesis de que dicha jerarquía segrega algunos espacios y grupos sociales, excluye las funciones tradicionales de la zona histórica como centro de sociabilidad cotidiana, de comercio y de circulación, y conduce a una visión museística y contemplativa que impone barreras para que la población que la habita pueda relacionarse con el patrimonio circundante
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