La exploración reveló que en este lote en particular no parece haberse dado ningún tipo de asentamiento, ni en la época prehispánica ni tampoco en la época colonial. Los únicos vestigios que aparecen en cantidades significativas pertenecen a épocas recientes y están asociados con pequeñas casas campesinas, probablemente viviendas de aparceros o arrendatarios del tiempo en que estas tierras pertenecían a la gran hacienda de la Selva (1900-1960). De los vestigios recuperados resulta de mayor interés el material lítico, especialmente porque los artefactos se manufacturaron sobre materia prima que no se encuentra en la región. Es probable que estos núcleos y lascas fueran dejados por grupos cazadores-recolectores que utilizaban esporádicamente las áreas planas. Los escasos vestigios cerámicos de la época prehispánica no permiten aventurar ninguna inferencia. El mayor interés lo tienen las cuevas conocidas como las cuevas de Pedro León Acosta, una caverna natural asociada con una tradición oral, pese al hecho de que no hay evidencias de intervención antrópica en el sitio ni se encuentran materiales culturales, este lugar presenta un indudable atractivo por su asociación con la tradición oral del refugio del conspirador Pedro León Acosta