En un análisis serio de la situación no se puede dejar de observar que la tendencia en las inscripciones de los sitios del patrimonio arqueológico a lo largo de 24 años en que México y Centroamérica se han representado en el patrimonio mundial, ha sido la de privilegiar aquellos sitios de arquitectura monumental, es decir, dentro de aquel concepto Mesoamericanista-Monumentalista. Los demás temás arqueológicos representados han llegado a la Lista del Patrimonio Mundial no por la gran importancia universal, sino porque estéticamente los sitios propuestos resultan demasiado atractivos como para ignorarlos. Estas conclusiones llevan a entender que en la visión con la que se han inscrito estos sitios, aún entendiendo su valor estético y la mejor intención de quienes los proponen, ha sido una visión en la que, probablemente por el asombro que causan a la vista esas indiscutibles obras, se han dejado de lado el valor cultural, es decir, el antropológico, que, desde el punto de vista del autor, es lo que se puede hacer verdaderamente universal al sitio representante.