La reflexión filosófica de Correa está acentuada con la idea que la ciudad puede ser objeto de los mejores deseos, de mejores ilusiones y que, por lo tanto, se puede y debe poner en ella toda la esperanza. La filosofía no está distante de la ciudad, desde sus inicios en Occidente, su existencia está ligada a la existencia de los hombres en su condición de ciudadanos, como la condición de seres que adoptan proyectos comunes, por lo tanto; es necesario vivir juntos, razonar, discutir, poner en movimiento el pensamiento. El esfuerzo y uso de la razón es ejercida en un espacio conocido como espacio público en donde se desarrolla la vida política. Por ende, la filosofía no se puede separar de la ciudad, si es concebida como proyecto humano destinada a la realización de lo mejor de nosotros mismos.
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