Este artículo aborda el paisaje hídrico como la forma en la que el agua es percibida e intervenida por diferentes grupos socioculturales. Entiendo el paisaje de manera relacional: desde una dimensión material reconozco los trazos que las prácticas de las sociedades imprimen en la naturaleza. Desde una dimensión ontológica, destaco la posibilidad y la política de una multiplicidad de mundos relacionados con el agua y de formas de estar con ella. A partir del caso de las comunidades indígenas mazahuas que habitan la sierra suroeste del estado de México, territorio de donde se trasvasa el 25% del agua que consume la Ciudad de México y su área metropolitana, analizo el paisaje hídrico como un espacio de poder en donde se ensamblan distintas ontologías y prácticas políticas.
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