Si desde el siglo XVIII y durante el siglo XIX las ruinas de Tonina fueron episódicamente el objeto de breves descripciones en los cuentos de viajeros y de sabios, hubo que esperar la publicación de Tribus y Templos en 1927 para que el mundo científico se diera cuenta de su interés. La visita que F. Blom y O. Farge rindieron, en el curso de su reconocimiento, a Tonina, tuvo un efecto que resultó en un estudio de los vestigios, acompañado de un plano preliminar y el primer catálogo ilustrado con las esculturas. El plano del sitio y la arquitectura parecían claramente mayas, pero la escultura, de una diversidad asombrosa, daba pruebas de una originalidad que se podía suponer debida a influencia extrangera. Tonina no es solamente uno de los centros mayas más occidentales que se conozca: no es tampoco un sitio de tierras bajas como Yaxchilan, Bonampak o Palenque; tiene 900m de altitud, está ubicado en una situación intermedia entre las altas tierras de Chiapas y las tierras bajas de valles de Usumacinta y sus afluentes