En el seno de la sociología de la religión, las discusiones en torno a cómo definir la religión han seguido una trayectoria bastante consistente: su denominador común ha sido, histórica e internacionalmente, la posibilidad de acordar una sola definición capaz de abarcar todos aquellos fenómenos sociales que los observadores piensan deben ser considerados como religión. No obstante, al utilizarla como categoría de observación social, se advierte el riesgo de distorsionar la realidad, de lo cual se desprende la necesidad de distinguir la religión de la fe individual y de la proyección orientalista. Se propone concebir la religión como un ámbito social institucionalmente diferenciado, a fin de dilucidar aquellos aspectos sociales que la definen como tal
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