A mediados del siglo XIX, la prensa en Colombia comenzó a especializarse en un tipo de lector al que antes no estaba dirigida de manera explícita: la mujer. Esta iniciativa requería una actualización en la administración de las publicaciones periódicas, que se evidenciaba en su materialidad, contenido, notas editoriales, temáticas, géneros, entre otros aspectos. De este modo, cada publicación daba cuenta de una orientación ideológica que la guiaba y, en esa medida, expresaba la concepción que tenía sobre la mujer, su papel en la sociedad y, consecuentemente, la figura de la lectora ideal que pretendía forjar.
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