Como en el resto de Colombia, el movimiento pentecostal está creciendo aceleradamente en los espacios rurales y en las zonas golpeadas por el conflicto armado. Este artículo explora, por medio de un estudio de caso, algunos de los impactos económicos y políticos de este proceso. En particular, se pregunta por la capacidad de las comunidades pentecostales de constituirse en espacios de organización social para hacer frente a la precariedad económica y a las amenazas propias del conflicto armado colombiano (secuestros, masacres y desplazamiento forzado). Según el caso estudiado, las comunidades pentecostales pueden facilitar la asociación de campesinos para el desarrollo de emprendimiento productivos y para la organización política desde la base, especialmente en procesos de resistencia pacífica.
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