El autor se refiere a la incapacidad del occidental de encuentro con la naturaleza. La naturaleza, o sea el mundo del agua, tierras, vientos, árboles, animales, no tiene importancia, casi no existe porque se ha reducido a los lugares sagrados a recintos especializados, iglesias, oratorios, a simulacros. Dice el autor, que sólo un retorno al animismo, esto es, una adoración silenciosa de la vida en sus aspectos que no son del hombre pero dentro de los que existe, respira y funciona, puede ser un camino
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