El Medellín del siglo XVIII se parecía en muy pocas cosas a ciudades como Lima, Cartagena, Popayán o Santafé de Bogotá. Medellín, a diferencia de estas ciudades, no contaba con encomiendas en sus alrededores, ni era centro negrero, ni mucho menos era el lugar de residencia de ricos comerciantes. Medellín fue una villa pobre de erección tardía de la colonia y comparada con otras poblaciones del mismo período sólo tenía como ventaja para avecindarse en ella la fertilidad de sus tierras y la laxitud con que los funcionarios de la Corona aplicaban justicia
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