Entre 1880 y 1918 los dirigentes colombianos no orientaron una política naval acorde al contexto internacional del período. Mientras las grandes potencias impulsaban la construcción de flotas navales para ser de ellas las primeras en el mundo. La política exterior de Colombia fue orientada en función del apego a las normas internacionales y al arbitraje para resolver cualquier diferencia con otros países. Los dirigentes colombianos dilapidaron así la herencia geopolítica del imperio español, que se sostuvo durante trescientos años articulando un sistema defensivo con el dominio de los mares. Fueron los conflictos internos de Colombia los que impusieron disponer de algunas naves para la vigilancia costera y el control fluvial
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