Para prepararse para el fin del mundo que viene, en el Lelet de Nueva Irlanda convertidos en las nuevas formas del cristianismo evangélico deben practicar un autoexamen y una autodisciplina de cada instante. Si las malas acciones de pasados no planteaban problema mientras quedaban escondidas, los signos del pecado son buscados hoy ávidamente en sí mismos y en otros. La enfermedad, castigo divino, es un signo significativo de pecado. Para ser curado, el enfermo debe ser rigurosamente virtuoso. Este aspecto de la acción moral hace a la enfermedad una fuente de vergüenza pública e interior, reforzando el arranque hacia una nueva forma de conciencia. Las enfermedades y las defunciones son objeto de evaluaciones tortuosas, a la luz de ideas competidoras tradicionales, biomédicas y neorreligiosas. El desarrollo de una conciencia interiorizada en el Lelet, convierte, en teoría, aunque no se puede dar por sentado
There are no comments on this title.