Desde finales de los años 1990, y sobre todo a principios de los años 2000, se desarrollaron en Francia, y también en Europa, nuevas formas de economía popular, callejeras, mercantiles e informales, en las que prevalecen las relaciones cara a cara y la alteridad compartida. Entre ellas, los mercados de pulgas parisinos resultan paradigmáticos, tanto por los procesos de precarización en sus orígenes como por su potencial socializador. Espacios de resocialización para los que han perdido sus lazos laborales, amistosos y/o familiares, puertas de entrada a la ciudad para los inmigrantes recién llegados, esos mercados son eminentes lugares de socialidad, entendida como el resultado múltiple y dinámico de procesos, ellos también múltiples, de socialización. ¿Qué tipos de socialidad se pueden encontrar en dicho lugares? ¿Cómo se imbrican en ellos lo social y lo económico y cómo en ellos se articula la multiplicidad de las identidades sociales? para contestar a esas preguntas, el presente artículo desarrolla la siguiente hipótesis: esas nuevas formas europeas de economía popular constituyen lugares ejemplares de sociedades alternativas, que, as su vez, ponen en evidencia nuevos procesos de (re) socialización desde abajo, en donde no es tanto el barrio el que forma la base de dichas socializaciones sino el mercado como territorio mundializado.
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