Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Copy number | Status | Date due | Barcode | Item holds |
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Informes de autorización de intervención arqueológica | Biblioteca Especializada - Alicia Dussán de Reichel | Colección Informes Arqueológicos | ARQ-5955 (Browse shelf(Opens below)) | Ej. 1 | Available | 85086 | |||
CD's | Biblioteca Especializada - Alicia Dussán de Reichel | Colección Informes Arqueológicos | ARQ-5955 (Browse shelf(Opens below)) | Ej. 2 | Available | 85087 |
La implementación del programa de arqueología preventiva en el sector de interés cultural del barrio Belén, el cual incluyó la prospección y monitoreo de la fase 1 y la formulación del plan de manejo para la fase 2, permitió concluir varias cosas. Esto a pesar de que el área correspondiente a la fase 1 fue declarada como zona de bajo potencial arqueológico, por su asociación principalmente con prácticas de relleno y nivelación de terreno. Por un lado, hizo posible refutar, o al menos poner en duda, las hipótesis sobre el tipo de poblamiento que existía en este sector en el momento de fundación de Santafé. Concretamente, para esta zona, donde se sitúa la iglesia de Belén, se había propuesto que se ubicaba el pueblo indígena de Teusaquillo al momento de la llegada de los conquistadores españoles al valle dominado por ellos Bogotá (Corradine, 2002; Therrien 2008); que o al menos se ubicaría ahí el “antiguo pueblo viejo” (plano de Vergara y Velasco de 1905). Sin embargo, a partir de las evidencias recolectadas en este proyecto, y de las otras pocas investigaciones desarrolladas en la zona, esto no ha podido ser comprobado. Se podría pensar, que tal vez de haberse encontrado el antiguo pueblo indígena en este sector, dichas evidencias pudieron ser destruidas, en los procesos de construcción, relleno y nivelación de terreno de esta área. Pero como se observa es difícil tener certezas al respecto. Lo anterior, apoyaría y verificaría lo que se ha establecido sobre la fundación de Bogotá a partir de los estudios arqueológicos. Según los cuales, la fundación de la ciudad se realizó alrededor de la actual plaza de Bolívar (Lobo Guerrero y Gaitán, 2008; Therrien et al., 2003; Therrien y Jaramillo, 2004; Therrien, 2008) y no en esta árida colina que en el siglo XVI fue llamada ‘El Pedregal’ y que hoy en día gracias a este tipo de trabajos se puede entender porque se le dio ese nombre. Esto hace que siga quedando la incógnita, para futuras investigaciones, sobre la ubicación del poblado indígena del que algunos aluden existió en los cerros orientales y sobre el cual se han tejido leyendas urbanas alrededor del contacto con los conquistadores y el asentamiento del campamento militar levantado por Gonzalo Jiménez de Quesada. Así mismo, a partir de este proyecto, fue posible verificar y aportar información sobre las dinámicas de crecimiento urbano en lo que fuera la periferia del centro fundacional de la ciudad. Las evidencias encontradas dieron cuenta que la construcción de la ermita, edificada por la cofradía de Nuestra Señora de Belén en 1580, que se constituyó en un hito límite de la ciudad, si se dio en un paraje aislado y de borde sin construcciones alrededor. Lo cual, al parecer estuvo asociado con las características del paisaje de la zona, con un relieve irregular e inclinado constituido por grandes rocas, que le dio por nombre ‘El Pedregal’. Además, que tal como demostró la revisión de los planos históricos de Bogotá (Atlas Histórico de Bogotá, Tomo 3), la expansión de la ciudad hacia esta zona fue bastante tardía, desarrollada principalmente en el siglo XX. Concretamente, a partir de las evidencias arqueológicas y de su relación con las fuentes históricas, fue posible construir la matriz de Harris y determinar que la zona correspondiente a la obra estuvo asociada desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX con prácticas de relleno, nivelación de terreno, depósitos de basuras, quema de maderas y el desarrollo de cultivo y/o huertas. La mayoría de estas probablemente asociadas con la ocupación de una parte del predio por parte de los misioneros Montfortianos, quienes apadrinaron la Iglesia de Belén desde principios del siglo XX (1904) y empezaron a vivir ahí desde 1912, dando cuenta de sus actividades cotidianas en la ciudad. Con respecto a los rellenos, vale la pena resaltar que no se tiene claridad de donde pudieron ser traídos. Ya que aunque se considera que algunos pudieron ser constituidos por parte de los materiales empleados en las obras de demolición y construcción de las edificaciones de este predio o casas colindantes, seguramente muchos otros fueron traídos de distintas aéreas de la ciudad.
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